lunes, 18 de noviembre de 2013

BeyCe

¿Os he contado como Bonnie conoció a su Clyde?

Ella nunca habla ya de él porque todos sus recuerdos los mantiene ocultos en un baúl, pero hoy hará una excepción.

Parece que fue hace unos segundos, como si acabase de volver de estar con él y, sin embargo, hace ya nueve años... Casi nada.

Bueno Bonnie por aquel entonces no era como es ahora, quiero pensarlo al menos, su mundo se limitaba únicamente a los libros, a sus películas y poco le importaba el resto.
(En ese aspecto sigue siendo la misma, gracias a Dios).

Se sentía sola, sí, como cualquier otro ser humano adolescente incomprendido. Tenía amigos obviamente, pero desde luego esos amigos dejaban mucho que desear, no eran como ella y por supuesto ella no quería ser ni de lejos como ellos.

Y bueno, caprichos del destino que un día se encontrara con el tío más egocéntrico, narcisista, pomposo, capullo y sorprendente que jamás haya conocido (y que jamás cree que conocerá).

A Clyde lo conocía de oídas simplemente, igual que el a ella, de hecho no tenía buena imagen de él y no estaba interesada lo más mínimo en conocerlo pero así es el destino.

En fin, una cosa llegó a la otra, y fueron presentados... Aunque eso no cuenta en cómo se conocieron, nadie lo tuvo en cuenta.

La historia comienza en Enero, una tarde de domingo.

Bonnie salía... ¿De dónde salía? Vete a saber, es un detalle sin importancia en nuestra historia. El caso es que volvía a casa cuando se lo encontró.

Era el típico chico 3G : guapo, grosero y gilipollas, bueno típico típico no, Clyde nunca ha sido típico. No hay palabra apropiada para describirlo, asíque durante mucho tiempo le llamó iceberg (por eso de que nunca llegas a verlo por completo), me desvío.

Volvamos a la historia. Bonnie se lo encontró y aunque se cambió rápidamente de acera para evitar un saludo incómodo él optó por cambiarse también...

-Si no querías saludarme hubiese sido más cortés por tu parte agachar la cabeza al pasar o simplemente fingir que miras a otro lado, ahora me siento ofendido y quiero una disculpa.

-Pues siento que hayas cruzado la calle en vano, no es tu día de suerte.

-Asíque no me equivocaba, te conozco.

-¿No estabas seguro y has montado el drama?

-Tenía una corazonada. Se hará de noche en breves, hace frío y estás sola, ¿cuál es tu escusa para estar en la calle?

-¿Mi qué? ¿Y tú? Yo iba para casa hasta que te has cruzado por en medio.

-Iba... No es cosa tuya. Ahora vamos al parque.

-Vale, adiós.

-Eres chica, deberías saber captar sutilezas, ¿estás averiada o simplemente eres así de tonta?

-Pero serás estúpido...Se perfectamente captar sutilezas, simplemente pensaba en que el "vamos" no me englobaba. Gilipollas.

-¿Acaso hay alguien más aquí? Comotellames, vamos, o sea, tú y yo, al parque. Ven y prometo acompañarte luego a casa.

-Se me hará tarde.

-He prometido acompañarte. La palabra es algo muy importante, sólo se da cuando se va a cumplir lo dicho, tú eres mujer pero tienes palabra también , ¿no? Piensa en ello y de paso practica eso de poner escusas. Esa no sonaba convincente.

Así era Clyde, decía lo que pensaba y pensaba lo que decía.

Y con esto, ahora si que empieza su historia.

[PARA LOS QUE ESTÉN LEYENDO ESTO: No se si a estas alturas os lo habréis preguntado ya, supongo que los que hayan tenido la suerte, o la desgracia, de leer mis primeras entradas ya habrán adivinado que, como todas mis historias dignas de publicar, no tiene un final feliz.
No he destripado nada, pero no quiero quejas del final porque yo no lo decidí, tan solo soy el mensajero.

No estorbo más, espero que disfrutéis de la lectura.]

Hacía frío. Las farolas ya se estaban encendiendo y no había nadie salvo nuestros protagonistas en el parque.
Bonnie se veía tan pequeña a su lado... Clyde era alto, más que la mayoría de chicos de su edad.

¿No os he descrito a Clyde?

Él era... diferente. Físicamente hablando, Clyde era un chico de, por aquel entonces, un metro setenta y cinco (aproximadamente), con unos enormes ojos de un color... habéis estado alguna vez en la playa, ¿no? ¿El color de la arena? Pues así, un marrón amarillento que le hacía contraste a su pelo castaño que siempre llevaba corto y peinado con una cresta al lado. A simple vista era un chico corriente, del montón de los guapos simplemente.
Una de sus muchas peculiaridades, y de sus pocas físicas, es que tenía bastantes cicatrices en la cara. Creedme, no le quedaban mal. Tenía una pequeña justo donde empezaba su nariz, nariz chata por cierto, dos justo por encima de la ceja izquierda, esas tenías que tenerlo muy cerca en un cara a cara para apreciarlas y... y la historia no va de cúantas, cómo y dónde están las cicatrices de Clyde. Perdón.


El parque, si.

-¿Tienes frío? Con lo enana y canija que eres debes tenerlo, ¿no? En Sevilla no suele hacer frío en invierno, en mi zona si hace frío, es horrible a veces. Si te pones mala la próxima vez que nos crucemos preferirás ponerte directamente en la carrretera y el pobre conductor que te pille no tiene la culpa. Ponte esto.

-¿No podrías simplemente ofrecerme tu abrigo y yasta? ¿Tienes que ser así?

-¿Así cómo? Cancelo mis planes, te doy mi chaqueta, me he ofrecido amablemente a acompañarte luego a casa... Yo habría aceptado, dicho un gracias y que menos que una disculpa, dos. Sigo queriendo la de antes.

-Ogggg... Eres... Eres...

-¿Es tu manera de expresar tu enfado o es que te pongo nerviosa y no sabes ya lo que quieres decir? Deberías pararte a pensar unos segundos cada cosa que quieres decir, así no te quedaría en blanco. Eso es muy útil, ¿sabes? Apúntalo a la lista de cosas que tienes que hacer, se te acumula el trabajo.

-Me voy a casa.

-No. No porque yo sea el motivo, por favor. Se que no soy un encanto de persona, no espero que me veas así, ni mucho menos, pero no quiero echarte.

-No lo parece. Oye, ¿por qué estás aquí? ¿Tenías planes? Aún puedes hacerlos, yo me voy ya.

-¿Te gustan las galletas?

-¿Qué?

-Las galletas, que si te gustan. A mi si, me encantan, son mi dulce favorito y tengo un paquete en la mochila. Son tuyas, acéptalas a modo de disculpa.

-No quiero tus galletas.

-Ni yo quiero dártelas, no me gusta compartirlas, pero ya te he ofrecido mi compañía, mi chaqueta y aún así, tú quieres irte.

-Si no te dirigieses a mí con esas formas no me iría.

-Mis planes eran sentarme en un banco a comer galletas mientras escuchaba música. Ahora tengo compañía, no te vayas.

-¿En serio? ¿Ese era tu plan?

-¿Se te ocurre algo mejor que comer galletas?

-No soy de galletas, asíque sí, se me ocurre algo mejor.

-Acabarán siendo tu dulce favorito, tienes mi palabra. ¿Sigues queriéndote ir?

Bonnie, no se fue.

Se hizo de noche y allí seguían, sentados en aquel banco de aquel parque hablando sobre todo y nada, todo lo que se pudiese hablar y nada digno que merezca la pena de escribir a modo de diálogo.
Clyde, tal y como había prometido, la acompañó a casa y consiguió la disculpa que tanto quería oír.

Pasó una semana, el tiempo suficiente para que él consiguiese su número y pudiese pedirle un día para quedar otra vez. En esa ocasión fueron a tomar chocolate caliente con nubes, y la siguiente a esa al cine, y la siguiente de la siguiente Clyde le enseñó a jugar al billar y así, fueron pasando las semanas, semanas que se fueron convirtiendo en meses.

Bonnie se fue distanciando de su círculo de amistades, prefería dedicarle su tiempo a Clyde, él la necesitaba tanto que ni se daba cuenta.

Clyde no era precísamente un héroe, no solía caer bien a nadie, no tenía muchos amigos, no tenía buen trato con su padre pero cada vez le gustaba más venir a Sevilla. Por ella, sí, pero accedía a ver a su padre.
El motivo por el que no se llevaba bien era por su madre, tras el divorcio; cuando Clyde apenas alcanzaba a la mesa. Ella no lo asimiló bien. Tomaba antidepresivos, se despreocupaba de su hijo, de su aspecto, de todo en general.

Si os soy sincera... estaba un poco loca.

Bonnie tenía ya trato con su padre, era una buena persona, se desvivía por su pequeño adolescente antisocial y problemático, ella no podía evitar sentir lástima por aquel hombre. Tenía buena relación con él y siempre hacía cuanto podía para que Clyde lo tratase mejor.
No solo tenía relación con su padre, con toda la familia paterna de Clyde también, la habían acogido bien y estaban agradecidos, sorprendidos más bien, de que alguien pudiese tener tanta paciencia con ese peculiar chico.

-Odio estudiar con el estómago vacío, odio las ciencias sociales.

-Napoleón no tiene la culpa de que seas un negado para estudiar.

-Napoleón tiene la culpa de que yo tenga que estudiar, ese gnomo acomplejado debería haberse estado quietecito.

-Te he comprado galletas, cuando acabes de estudiar podrás merendar. ¿Trato?

-Mmmm... ¿Qué galletas?

-Nuestras favoritas. Acaba anda.

-¿Ves? Acabaron gustándote. ¿Cómo llevas tus matemáticas? Eso parece difícil.

-Son fáciles, me gustan las ciencias. Si haces las paces con Napoleón podemos comer galletas mientras vemos una película.

-Aunque ambos tenéis problemas de altura... Tú me caes mejor, dame veinte minutos.

[PROMETO CONTINUAR, PACIENCIA!]


domingo, 17 de noviembre de 2013

Juliette.

Bueno queridos míos, llevo ya unos diitas sabáticos sin escribir y va siendo de quitarle las telarañas al teclado, ¿no?

¿Por qué Julieta no escogió a Paris? Si lo hubiese hecho se habría ahorrado muchos problemas, ¿no creéis?

Todo hubiese sido sencillamente vacío; sí, pero con el tiempo y proponiéndoselo lo hubiese llegado a apreciar, a querer quizás. Hubiese tenido una larga vida provista de atenciones, de detalles, de un amor distinto al que esperaba, pero un amor al fin y al cabo... El caso es que no hubiese muerto de amor...

Claro. Los amores más intensos recorren los caminos más tormentosos, y da igual el paisaje, da igual los obstáculos a los que te enfrentas, da igual las noches que pases en vela llorando por hizo esto, me dijo aquello...  Romeo es tu camino, aceptas y quieres todas y cada una de las piedras que te pone en el camino.

¿Pero acaso el camino fácil no era mejor? Julieta al haber visto la situación podría haber optado por ser feliz con Paris. No hubiese habido derramamiento de sangre, de lágrimas... Bueno puede que de lágrimas si, pero con el tiempo habría olvidado a Romeo, con tiempo y paciencia y paciencia y tiempo.

Un día se hubiese levantado y... voilá! ¿Qué fue Romeo para mi?

No habría sido un gran amor, un amor enorme, pero a veces hay que amar con la cabeza, es lo que la hubiese mantenido cuerda para no clavarse un puñal en el pecho.

Con Paris todo sería más fácil... Deberíamos escoger a quien amar, ¿no?

Miras su historial, analizas como es esa persona y pulsas un botón inexistente para quererla.
Te autoconvences para ello. Te acostumbras a hacerlo, cada día.

Es un amor vacío, repito, pero un amor al fin y al cabo.

O incluso podría haber permanecido tal cual, total... Nadie debería condicionar nuestra felicidad, ¿no?

Peeeeeero claaaaaro todo esto está ya de más, la señoritinga eligió a Romeo por encima de todas las cosas, incluso de su vida.
¿Y para qué? Dos bonitos cadáveres de la mano hacia el cementerio... Bravo Julieta, a eso se le llama pensar con la cabeza.

Después de esto... ¿no elegiríais a Paris?

Hay que ser egoístas, hay que pensar con claridad y objetividad si no acabaremos nuestros días como ella, salvando las distancias, claro... Vosotros me entendéis.

viernes, 8 de noviembre de 2013

SED BUENOS NIÑOS Y PARTICIPAAD QUE ME HACE ILUSION...

Hola hola mis pequeños! Bueno no sé si alguien leerá esto pero como ultimamente os animáis a poner comentarios ( y algunos incluso os atrevéis a seguirme cuando en anteriores entradas ya borradas se pidió amablemente que no lo hiciérais...) me gustaría hacer una especie de "escribe aquí tu opinión, pregunta lo que quieras" no se si me se entiende.

Lo que quiero decir es que en esta entrada quiero que seáis vosotros los que me escribáis a mi y yo, doy mi palabra, de que os leeré y responderé a todos y cada uno de los que escribáis :)

¿Estás leyendo esto? ¿Le hablaste de mi blog a alguien? Animate en compartir conmigo esta tonteria, ¡distráete un rato de los problemas con esto! Echaremos unas risas seguro.

Besitos de parte de Srita Nek! :)


jueves, 7 de noviembre de 2013

..

Te odio, y no importa el tiempo que pase... Te odio. Puto egoísta de mierda que decidiste dejarnos solos antes de hacer frente a tus problemas.

¿Por qué te fuiste? Joder... ¿sabes lo ridícula que me siento escribiendo esto? ¿te haces una idea del daño que nos hiciste? Y lo peor es que no puedo odiarte, no debo... Me digo a mi misma que está mal, que tuviste tus motivos, que te tengo que dejar ir ¿pero cómo?

Hoy he ido allí, ni siquiera puedo escribir el sitio, y ni siquiera allí he dejado de llorar. Nadie habla del tema Raf, algunos no han dicho ni una sola palabra en todo el día... ¿Por qué?

¿Realmente muerto eres más feliz? Le has destrozado la vida a tu hermana, a tus padres, a tu familia... y a la nuestra. Ya no hablamos, ponemos escusa para no vernos... Si, no es cosa tuya, pero lo hacemos.

Te echo de menos... te echo muchisimo de menos, siempre. Supongo que después de tantos años juntos me pesa demasiado el que no estés aquí, creo que una parte de mi murió contigo por no haberte podido ayudar y creeme que me duele el no haber sabido... A veces pienso que, quizás, si hubiesemos hecho las cosas de otra manera tu seguirías aquí..

No se si algún día dejará de dolerme esta herida pero, mirando el lado bueno, me garantiza el saber que no voy a olvidarte...¿ves? Ya se me ha pasado el enfado... Te odio, incluso a estas alturas lo consigues agggg.



Te quiero mucho . Buenas noches Raf, un beso enorme.

lunes, 4 de noviembre de 2013

7J iki

Hoy te echo mucho de menos, ¿sabes?

Me he levantado pensando "hoy es domingo, hace frío, el invierno está ya dando la cara... A él le encantaría pasear por las calles y ver las hojas secas en el suelo". ¿Puedes verlas?

A día de hoy todavía no lo he asimilado, no puedo... Pienso que en cualquier momento me cruzaré contigo mientras salgo a correr, o que vendrás a verme los días que tengo el ánimo por los suelos. Perdona que mientras escribo esto llore, se que nos pediste que no lo hicieramos pero... a veces simplemente, por mucho que no quiera, tengo que hacerlo.

¿Nos echas de menos? ¿Un poquito aunque sea? Hay tantas cosas que me gustaría contarte y preguntarte... Ya no estoy enfadada, simplemente estoy triste. Tú no estás y no sólo te perdí a ti.

Ahora estoy volviendo a la normalidad, ¿eh? Salgo un poco más, ya casi que puedo hablar sobre ti, sobre nosotros, sin echarme a llorar como una niña pequeña y no solo eso que conste... He avanzado bastante, o eso me digo a mi misma.

Me gustaría tanto volver a verte, o simplemente oír tu voz, me conformaría incluso con saber que ahora, estés donde estés, eres feliz... Sin nosotros, pero feliz.

Perdona que no continue Raf, es tarde y si no paro de escribir lloraré más y mañana estaré horrible...  Me ha gustado "charlar" contigo. Un besazo enorme.


Nek.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Japines

¿Por qué no podemos simplificar las cosas y ser felices?

Siempre estamos buscando la felicidad, buscando algo que nos llene, ya sea dinero, cosas materiales o amor. ¿Acaso la felicidad no reside en el hecho de no buscar nada? ¿De ser felices con lo que somos y no necesitar de más?

Nos empeñamos en ver lo malo, en juzgar, incluso en condenar sin un juicio previo y dictaminar lo que es o no digno de nosotros. Y la cosa no se queda ahí... Muchas personas no sólo buscan sino que comparan, comparan lo que tienen, lo que hacen, lo que saben, lo que son con otras, amigos, conocidos, personas que pasan a su lado por la calle y que, seguramente, no volverán a ver...

Otras creen que por poner un estado o subir una foto sobre la felicidad ya son felices, que por decirlo en voz alta en una reunión se cumplirá su mentira.

No me malinterpretéis, yo tampoco soy feliz y muchas veces me repito varias veces que lo soy para autoengañarme, pero cuando me paro a pensar en el por qué y reflexiono sobre ello no entiendo nada...