martes, 26 de julio de 2016

.

"Nunca he sido de esos hombres en cuyo futuro se imaginan siendo padres o maridos, en mis planes no entraba nada que no fuera vivir, vivir para mí. Nunca, hasta que te conocí.

Ahora que voy camino del quirofano me arrepiento de no haberte dicho lo mucho que te quiero una vez más y, sobre todo, de no haberte dado el anillo (ese en el que te fijaste mientras íbamos paseando una tarde de tantas que pasamos juntos y que tanto te gustó) que guardo en la mesilla de noche. Nunca encontré el momento oportuno para dártelo y, supongo que puede que ya jamás lo encuentre.

Quiero ser optimista. Quiero pensar que saldré de ésta. Quiero despertarme y verte cogiéndome la mano. Quiero tantas cosas en este momento... Ya no recuerdo ni por qué hemos discutido, ¿te lo puedes creer? Estoy aquí por una discusión que ni sé por qué empezó. Tiene gracia.

Moriría por escuchar un "te lo dije" de tus labios (literalmente), esos que me hacen perder el juicio y que tan bien me reciben cuando llego a casa. No sé si te lo dije alguna vez, pero me encanta que sonrías a mitad del beso, me encanta que sonrías en sí; tienes la sonrisa más bonita que he visto en mi vida... Y Dios, como voy a echarla de menos si me voy. Mi día empezaba y acababa en tu boca y no había nada mejor en este mundo. Mel, tendría que haberte hecho caso, tendría que haberme quedado.

-¿Ibas a darme un anillo?

-¿Mel?

-Estoy aquí. Bueno, estoy y no estoy, pero estoy en tu mente.

-¿Estoy dormido?

-No sabría decirte en qué estado te encuentras... Te están operando ahora.

-Sea como sea, me alegro de que estés aquí. Perdona por...

-Eh, no pienses en eso, discutimos, las parejas discuten. Lo importante es que incluso estando y no, estoy aquí, contigo. Háblame de ese anillo.

-No debería haber esperado tanto...

-Jaime, escúchame, no importa, no importa nada ahora, aprovecha el tiempo que tenemos y concéntrate en resistir, por favor.

-¿Sabes cómo van las cosas ahí fuera?

-Tienes hemorragias internas y a los médicos les está costando detenerlas... Tú presión baja pero sigues estable.

-Mira por dónde te sirvió ver tanto Anatomía de Grey.

-Idiota.

-Mel, si estamos en mi mente y he sido capaz de traerte hasta aquí, creo que puedo mejorar la situación.

-¿A qué te refieres?

Me concentré todo lo que podía y nos llevé a casa. Sé que en estas circunstancias debería haberte llevado a París o a la Muralla China o a cualquier otra parte del mundo que pudiera imaginar, pero ¿sabes? es dónde más me apetecería estar ahora mismo. En casa. Junto a ti, acurrucada en mi pecho, jugando a piedra, papel o tijeras para que el ganador elija película...

Una de las ventajas de estar en mi mente es que no tengo la necesidad de prepararnos la cena o levantarme para encender la televisión si quisiéramos verla. Llené la casa de velas, de rosas, hice tu plato favorito, me puse un esmoquin (quién lo iba a decir) e incluso hice nevar en pleno julio por ti... Y luego, luego te traje hasta mí con el vestido que llevabas el día que te conocí, ese rosa que me gusta tanto y que ya apenas te pones.

-Tachán.

-¿En serio? ¿Tú en esmoquin y yo con este vestido?

-Estás preciosa, como siempre... ¿Sabes que soy un chico con suerte?-Te dije mientras me acercaba a ti para colocarte el pelo detrás de la oreja. Y ahí estaba, esa sonrisa tuya tan bonita que te quieres quedar a vivir en ella.

-Lo sé, eso mismo me dijiste el día que nos conocimos...

-Y joder, qué suerte tuve ese día. Me quedé con la chica más guapa de toda la cafetería.

-¡Jaime está nevando! ¡¿Cómo lo has hecho?! Es perfecto. Todo. Tú.

-No todo, falta algo... - Era bueno en esto de imaginar cosas Mel, automáticamente sonaba nuestra canción en mi mente y en la casa. Truly madly deeply.- Baila conmigo.

-Espero que en tu mente baile mejor que en la realidad.

-No seas tonta y dame la mano... La cena dudo que pueda enfriarse, está todo bajo mi poder.

-¿Todo?

-Casi, si fuese así me estarías besando.

Te acercaste con esa sonrisa tuya que me desarma, con esa mirada que me derrite y el golpe final me lo dio tu beso, en el que creí que iba a morir si me apartaba aunque fuera solo un segundo... Y bailamos Mel, bailamos lentamente cogidos de la mano al son de nuestra canción, esa que sonaba de fondo cuando me armé de valor para ir a tu mesa y presentarme. Esa que canté encima de una barra minutos antes de decirte que estaba enamorado de ti y esa misma que sonaba antes de salirme de la carretera cuando intentaba volver a ti, a casa. Hice sonar la canción un par de veces más, no quería dejar de bailar contigo, podría quedarme toda la vida dormido estando contigo y no, pero estando aquí; viendo esos ojos verdes llenos de ternura cuando me miras. Ya te lo he dicho, eres adorable, eres tan pequeña y adorable... Me encanta todo de ti, Mel. Tu piel pálida con tonos rosados, tu grandes y expresivos ojos de color verde, tu naricilla pequeña y respingona que tanto me gusta besar, tus labios... Fuente de deseo que quitan mi sed, rosados y carnosos, es un pecado no amarlos. Tu pequeña figura de curvas de infarto, ese valle entre dos montañas por el que tantas veces han cruzados mis dedos para inspeccionar la zona y llenarte caricias... Debo estar realmente loco por ti.

-Jaime tienes que despertar, no podemos quedarnos aquí...

-¿Qué prisa tienes? Espera al postre.

-No digas tonterías, algo va mal.

-Algo va mal desde que decidí salir de casa con la que estaba cayendo cariño, no sé que estarán haciendo los médicos pero solo puedo esperar y disfrutar de esto.

-Pero...

-Mel, por favor, no sé si volveré a verte, a verte de verdad, déjame quedarme con este momento, sólo por si acaso. No quiero morir sufriendo porque sé que estoy muriendo, quiero hacerlo feliz, viendo nevar en julio en nuestra casa, contigo.

-Te quiero.

Y lo dijiste. Y aunque sonaba igual de bien que en la realidad, habría dado lo que fuera por estar viviendo esto de verdad. Con mi Mel de verdad, la de carne y hueso, la que conociéndola debe estar al otro lado del quirofano, probablemente con tu pequeña bata celeste que llevabas antes de que cogiera el coche y nos metiera en este lío, esperando buenas noticias con la mirada perdida y rezando sin creer siquiera.
Cenamos pastel de berenjena mientras hacía bailar las leves llamas de las velas para ti, jugeteabas con tu pelo nerviosa y entusiasma cada vez que conseguía apagar una y volvía a encenderla.
Abrí la ventana para que entrara la nieve e hice que todo nuestro salón se quedara cubierto de aquella magia blanca, se te veía tan feliz... Aplaudías como una niña que ha conseguido realizar una proeza y te lanzaste a mis brazos con la intención de tirarme al suelo, hicimos ángeles de nieve mientras oíamos cantar a los grillos de nuestro jardín. Aquella estampa que estaba viviendo a tu lado era surrealistamente perfecta.

-Debo reconocer que eres todo un maestro en la materia.

-¿Te refieres a que he hecho nevar en verano dentro de casa? Bah, cualquiera puede hacerlo... ¿Has visto alguna vez la aurora boreal?

-La verdad es que jamás he tenido el placer.

Nuestro techo desapareció Mel, se convirtió en un cielo despejado lleno de estrellas que brillaban para nosotros, y justo sobre nuestras cabezas cubiertas de copos de nieve estaba la aurora boreal. Quién me iba a decir que iba a vivir todo esto sin salir de casa. Cada vez era más fácil hacer todo aquello realidad, no sé qué experiencia habrán tenido otros que hayan pasado por un accidente de coche y hayan acabado en el quirófano, pero apuesto mi vida a que ninguno se lo ha pasado tan bien como yo, estando y no contigo. Pero estando.

-Te superas por momentos... Ojalá esto fuera real...

-Lo es, en mi cabeza, y es suficiente para mí.

-Jaime, me encanta todo lo que estás haciendo pero tienes que concentrarte en vivir, no puedes acomodarte aquí...

-Olvídate de eso.

-No puedo, ni tú tampoco... Entraste en parada cardíaca joder, te han reanimado pero las cosas no van bien. No sé cuánto tiempo tenemos. No quiero perderte Jaime. No puedo perderte.

-Vaya... Sé que debería estar asustado pero Mel, si me voy no quiero que sea de otra forma que no sea estando aquí, contigo, viendo las estrellas, tumbado en la nieve, a la luz de las velas y con el aroma de todas las rosas que decoran la habitación. No podría haber encontrado una mejor manera de morir.

-Por favor, no me dejes...

-Aún hay esperanza, ¿no? Soy un chico con suerte.

-Jaime...

-Te quiero Mel, desde el momento en el que te vi, con ese mismo vestido, bebiendo café en aquella cafetería mientras leías tu libro favorito. Te Quise entonces, y te quiero ahora, y no sé si habrá un cielo pero de haberlo allí te estaré esperando si es mi destino que todo acabe aquí... Los mejores momentos que he vivido son los que recuerdo a tu lado y créeme, me has dado toda la felicidad que puede albergar este mundo y si me voy, lo haré feliz, porque estás y no estás aquí. Y no le puedo pedir más a la vida en este momento.- Te besé como siempre te he besado, primero lento, suave, acariciando tus labios con los míos, luego jugué con mi lengua y la pasé para dibujar la silueta de esa boca tan generosa, la que con tantos besos me ha hecho sentir que vuelo muchas veces. Noté que llorabas, pero tus lágrimas no mojaban, no estaban ahí realmente... Y entonces pensé, que si nos quedaba tan poco tiempo, ese era el momento que tanto había esperado. El oportuno.- Date la vuelta.

-¿Para qué?

-Tú hazlo, quiero dibujarte algo en la espalda.

-No hay boli Jaime...

-¿En serio? Nieva en nuestro salón, no hay techo, apago y enciendo velas a mi antojo sin moverme y me dices que no hay boli... Mujer de poca fe, no necesito un boli.

Tu carcajada resonó por toda mi mente y se me saltaron las lágrimas, no pude evitarlo Mel, tenía miedo de que esa fuera la última vez que escuchara reír. Me complaciste y te diste la vuelta, te aparté el pelo con cuidado y lo hice a un lado para tener donde escribir. Si te soy sincero, no pensaba acabar así la noche pero uno tiene que jugar con las cartas que le tocan y contigo, aun así, yo llevaba la mano ganadora.

Garabatee con mis dedos donde empezaba tu espalda y aparecieron esas palabras, Dios... He de reconocer que me siento como Cenicienta (esa era la del zapato, ¿no?), disfrutando del momento pero sabiendo que la magia terminará a medianoche.

-Ya.

-Dime que no me has pintado nada obsceno, que nos conocemos...

-No te prometo nada, pero ésta me ha quedado bien.

-¡Jaime! Espero que no se te haya ocurrido tatuármelo, real o no me niego a tener eso en mi espalda. Voy al baño a quitarme la marranada.

-Me parece bien.- Incluso la Mel de mi mente sigue estando guapa cuando se enfada.

No me hizo falta ir a nuestra habitación para coger el anillo, solo con imaginarlo en la mano me bastó y te seguí. Me arrodillé tras de ti mientras encendías la luz para mirarte la espalda y vi tu cara de sorpesa reflejada. Quise detener el tiempo pero sería injusto dado que no sé cuanto me queda en este mundo de ensueño... Cásate conmigo, eso te escribí en la espalda Mel, ojalá lo hubiese hecho cuando te tuve de verdad.

-Dios...

-Cásate conmigo, dime que sí, por favor, deja que me vaya así.

-Jaime esto no es real. Yo no soy real. Dios...

-Lo es para mí, estoy listo Mel, llevo mucho tiempo listo y debí hacértelo saber.

-Escúchame, te están perdiendo, te estoy perdiendo, por favor lucha.

-Yo no puedo hacer nada, ojalá pudiera, pero no está en mis manos... Por favor céntrate, dime que sí.

-Si lo hago te irás, si lo hago te pierdo incluso aquí. Por favor, por favor, no me hagas esto, no te vayas, no puedo vivir sin ti.

Y entonces todo empezó a desvanecerse Mel. Las flores, las velas, la nieve con la que habíamos jugeteado, las estrellas se alejaban de nuestra vista hasta desaparecer y comenzaba a brotar la oscuridad, incluso tú también estabas desapareciendo.

-¡Di que sí! -Te agarré de la mano pero ya no la notaba. Te abracé con fuerte y empezaba a ver mi propio reflejo en el espejo.

-Sí, Jaime. Sí, y mil veces sí.

-Baila conmigo, una última vez.

-Bailaré contigo y no será la última, te lo prometo.

Con Truly madly deeply de fondo, aunque apenas se oía, te agarré como pude y te bese mientras te guiaba en los pasos. Todo se estaba apagando, nos envolvía poco a poco la nada y decidí cerrar los ojos y concentrarme solo en sentir lo poco que quedaba de la Mel de mi mente. Y luego, llego la paz...

-Despierta, y cuando despiertes, que sé que lo harás, prométeme que me darás el anillo.

-Te lo prometo...

Es cierto eso de que cuando te estás muriendo ves tu vida pasar, yo te veía a ti. Nos vi cuando te conocí, en nuestra primera cita, cuando me dijiste te quiero por primera vez mientras te quedabas dormida, nuestras primeras vacaciones, todos y cada uno de nuestros aniversarios... Lo sé Mel, se que me has querido y me quieres, y se me parte el alma al pensar en cuánto te va a doler esto, ojalá tuviera una segunda oportunidad contigo, te juro que no me iría, que no cogería el coche, que no me hubiese despistado buscando el móvil para llamarte, que no me habría salido de la carretera... Pero ya es tarde...

-Recuerda que eres un chico con suerte.

Esas fueron las últimas palabras que oí, después todo desapareció...



-La situación es grave aún, pero hemos conseguido estabilizarlo y detener las hemorragias. Permanecerá en la UCI.

-¿Puedo verle?

-Señora está sedado...

-Por favor, discutimos y está así por mi culpa, solo quiero verle... Por favor.

-Está bien... Pero solo un momento.

Te he vuelto a sentir, esta vez es diferente, creo que estoy en el cielo, todo parece estar en calma, salvo por un pitido estúpido que oigo de vez en cuando. Por más que me concentro no consigo hacerlo desaparecer, creo que he perdido mi toque.

-Jaime... Lo siento tanto... Tendría que haberte insistido más, esto es por mi culpa... Ponte bien, por favor.

¿Te lo puedes creer Mel? Oigo tu voz, esta vez es distinto, tu tono es distinto, apenas se te oye lo que dices, estas triste... Me encantaría poder verte, y consolarte, y besarte, y mil cosas más.
Quería decirte que no pasaba nada, que no era tu culpa, que donde estoy, estoy bien... ¿Y dónde estoy? ¿Dónde se supone que estoy Mel? ¿Sigo en el hospital? ¿Sigo vivo? Mel creo que estoy vivo. Creo que estoy vivo. Joder.

-Señora, lo siento pero tiene que irse. Debería descansar.

-Sí... Estaré en la sala de espera, avíseme por favor con lo que sea.

¿Qué? No, no te vayas, tienes que saber que estoy vivo, porque lo estoy. Sé que lo estoy, mierda. Me siento inútil, quiero que sepas que voy a volver a ti. Tengo que hacerlo. Voy a hacerlo...

-Ss...

Mierda.

-Ss...

-¿Lo ha oído?

-Me temo que no, ¿por qué no descansa? La acompañaré fuera.

Estúpido salva vidas, no me lo pongas más difícil. Mel, óyeme, Mel. Por favor.

-Sso...

-¡Espere! Le he dicho que había oído algo. ¡Jaime estoy aquí mi vida!

-Soy.. nn..

-Lo sé, eres un chico con suerte.

Siempre. Esa es mi Mel... Ahora voy a dormir, ¿vale? Cuando despierte, que te he prometido que lo haré, te contaré cómo te pedí matrimonio y cómo mi vida se volvió vida estando contigo. Me duermo Mel, descansa tú también. Nos lo hemos ganado. Hemos ganado.

-¿Puede hacerme un favor?

-Dígame.

-Póngale Truly madly deeply. Le gustará despertar con esa canción. Estaré en la sala de espera. Hasta luego Jaime.

Nos vemos pronto Mel..."




miércoles, 30 de marzo de 2016

.

He intentado seguir el consejo que ya me habéis dado muchos, pero no me veo capaz de dejar atrás este blog. Cierto es que la constancia no es lo mío y soy consciente de que he perdido muchos seguidores a lo largo de estos años por mi flojera, cosa que realmente lamento y por la que pido disculpas, pero no pienso publicar nada si no es en este blog.

Aquí nací, por decirlo de alguna forma, aquí he dado vida a mis historias y es aquí donde nos hemos conocido y aunque no publique de forma habitual, este sigue siendo nuestro lugar de reunión.

A los que aún me escribís y leéis, por favor, seguid haciéndolo.

Prometo darle vida a esto.


martes, 26 de enero de 2016

Meh.

¡Buenas!

He aquí una servidora que en plena época de exámenes le da por meterse en su abandonado hotmail y se maravilla al ver tantos correos vuestros. Gracias, de verdad, sabéis como alegrarle la vida a una. Ays, y perdón por tantos meses a la sombra, abandonaitos que os tengo pequeños míos...

Para los que no tengan mi correo: sritanek@gmail.com

[...]


"Me olvidé de decirte que tú,
eras mi historia favorita, 
Que nunca unos besos, 
me supieron tan bien como los tuyos.

Que mi corazón quedó desolado, congelado, aletargado,
a la espera de tu regreso,
regreso que nunca ocurrió. 
Y corazón, él jamás despertó.

Que por tu culpa, 
la lluvia solo es agua que moja;
la noche, tan solo la ausencia del día.
Que te llevaste contigo todos mis amaneceres.
Y ni recuerdo ya como era el sol.

Que tras tu marcha, 
San Valentín no es más que otro día,
en el echarte de menos.
Como tú me echaste de más.

Que sobrevivo de recuerdos, 
de ataques de celos, 
de tu amor en mundos paralelos.
Y lejos de ti.

Que joder, como te quise.

Que joder, como te quiero.

Que aquí estoy, 
rompiéndome en pedazos,
arañándome hasta sangrar. 
Suspirando ante la idea, 
de que me puedas salvar."